domingo, 9 de diciembre de 2012


NO los veíamos, a esos perros gemidores
Del inframundo, esos xolotlzcuintles
Cuyas heridas sanaban con sólo humedecerlas.

No los veíamos mas allí estaban, dentro
De nosotros, caminando con nuestros pasos,
Sangrando nuestra sangre con aroma de incienso.

¿Nos guiaban talvez al infierno, a un cielo del revés,
A nuestros huesos descarnados, a nuestra desmemoria?
Eran calientes, su cuero sin pelos nos encendía el corazón.

Ahora, aquí abajo velan nuestras armas, quieren despertarnos
Para acudir donde Xólotl, el guardián de esta rara comarca
Pero sólo deseamos descansar, hemos sufrido demasiado.

No nos platiquen ya de mujeres de muslos de lino
No nos recuerden el Sol cuyo carro rueda en la alta esfera
Nadie de aquí nos moverá. A nosotros, los guerreros de la nada.

(Villahermosa, México, 2008 - Para el poeta Roberto Arizmendi)

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